El 5 de junio fue designado
como Día Mundial del AmbienteImagen cortesía de: https://www.google.co.ve/url? por la Asamblea General de las Naciones Unidas,
celebrada el 15 de diciembre de 1972 a fin de fomentar la sensibilización
mundial sobre lo que se le llamaba para ese entonces “el medio ambiente” e
igualmente promover la atención y la acción política en ese sentido.
Es un día para realizar
actividades en pro del ambiente, como por ejemplo:
conciertos ecológicos, relatar ensayos, plantar árboles, realizar encuentros
interinstitucionales para motivar a las personas a que se conviertan en agentes
activos del desarrollo sostenible, promover el papel fundamental de las
comunidades generando el cambio de actitud que se debe tener hacia los temas
ambientales con miras a garantizar en todas las naciones el disfrute de un
futuro digno, próspero y seguro.
¿Por qué?
Porque más de 20 millones de hectáreas de bosques se pierden en el
mundo anualmente, ello sin incluir las grandes extensiones que son degradadas
por prácticas forestales destructivas, sobreaprovechamiento forestal,
contaminación, sequías y minería, entre otros.
El planeta ha perdido alrededor del 33% de sus ecosistemas
naturales en los últimos 30 años, al tiempo que la presión sobre la tierra se
ha incrementado en más del 50% durante el mismo período de tiempo,
principalmente debido al aumento en los patrones de consumo sobre los recursos
naturales renovables y la contaminación.
Estos indicadores aportados por el Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente – PNUMA, el Fondo Mundial para la Naturaleza –
WWF y el Centro Mundial de Monitoreo de la Conservación – CMMC, resaltan que
“tales presiones exceden la capacidad de regeneración que posee la biosfera de nuestro
planeta para recuperarse, con lo cual estaríamos encaminándonos a una inminente
debacle ambiental, de no lograrse un cambio sostenible en los patrones de
consumo de los recursos naturales”, señaló Diego Díaz Martín, Presidente de la
organización no gubernamental VITALIS. “De continuar tales amenazas sobre,
nuestro planeta perdería alrededor del 75% de sus ecosistemas naturales para el
año 2.050”, puntualizó.
Cada segundo, media hectárea de bosques es destruida, las
emisiones globales de dióxido de carbono sumaron a fines de los 90 alrededor de
25 mil millones de toneladas, casi doblada la cantidad que se registró en 1950
y todavía más de 4 mil millones de seres humanos carecen de agua. A todo ello debemos agregar el efecto que ha tenido el
acelerado crecimiento poblacional, que alcanza en el presente año a más de seis
mil millones de personas que demandan espacio, comida y energía, con la
correspondiente generación de residuos de todo tipo, incluyendo algunos
altamente contaminantes
Cada año desaparecen miles de especies y con ellas nuevas
posibilidades de cultivos agrícolas, productos industriales o medicinas. Con la
pérdida de diversidad, aumenta la uniformidad, la dependencia de unas pocas
variedades de plantas para alimentarnos, y sobre todo crece la vulnerabilidad
ante las pestes y las enfermedades. La biodiversidad se pierde debido al
deterioro y fragmentación de los hábitats, a la introducción de especies, la
explotación excesiva de plantas, animales y peces, la contaminación, el
cambio climático, la agricultura y repoblaciones forestales con monocultivos de
rápido crecimiento.
Un total de 11 046 especies de plantas y animales están
amenazadas, y enfrentan un alto riesgo de extinción en el futuro cercano, en
casi todo los casos como resultado de la actividad humana. Esto incluye el 24% de las especies de mamíferos y el 12 por ciento de las especies de
aves. El número total de especies amenazadas de animales se estima en al menos
5.435.
La pérdida y degradación del hábitat afecta al 89%
de todas las aves amenazadas, 83 por ciento de los mamíferos, y 91 por ciento
de las plantas amenazadas que han sido evaluadas. Los hábitats con el mayor
número de mamíferos y aves amenazados son los bosques pluviales tropicales de
tierras bajas y de montaña. Los hábitats de agua dulce son sumamente
vulnerables y contienen muchas especies amenazadas de peces, reptiles, anfibios
e invertebrados.
En los últimos 500 años, la actividad humana ha llevado a
816 especies a la extinción en vida silvestre. El aumento del número de aves
que se sabe están extintas se debe en parte a una mejor documentación de los
casos y a nuevos conocimientos, pero desde 1800 se han extinguido 103 especies,
lo cual indica que la tasa de extinción es 50 veces mayor que la tasa natural.
Muchas especies desaparecen aún antes de ser descubiertas.
Un estudio de Conservation International mostró que el 23,9%
de los sistemas biogeográficos de la Tierra han sido completamente
transformados por el hombre (el 36,3% si se excluyen las superficies heladas,
de roca y los desiertos), el 24,2% parcialmente y sólo quedan bien conservados
el 51,9%, cifra que se reduce a sólo el 27% si se exceptúan las superficies
estériles.
Las zonas más transformadas, sin apenas restos de la
vegetación original y con grandes pérdidas de diversidad biológica, son Europa,
el Este de EE UU, China y el Sureste asiático. América del Sur, con el 62,5%, y
Oceanía, con el 62,3%, son las dos regiones mejor conservadas y menos
transformadas, mientras que Europa es el continente que menos hábitats ha
conservado, con sólo el 15,6%.
Las zonas de Oceanía bien conservadas corresponden a los
desiertos de Australia, mientras que las regiones de América del Sur casi
intactas corresponden a la Amazonia, con bosques tropicales con una
extraordinaria diversidad biológica y algunas regiones andinas. África es la
zona con más áreas parcialmente transformadas, reflejo de una presión
demográfica todavía baja, y de una agricultura extensiva. Europa, con el 64,9%,
es la región más humanizada, más del doble que el siguiente continente, Asia,
con el 29,5%.
En cuanto a las costas, mares y océanos, el Fondo Mundial
para la Naturaleza y la Unión Mundial para la Conservación, han destacado la
necesidad de medidas urgentes para proteger de la sobreexplotación de las aguas
profundas y las criaturas que viven en ellas, debido a la exploración pesquera
y petrolífera no acogida a normas, las descargas de CO2, la biotecnología y la
explotación de hidratos gaseosos y el calor de emisiones hidrotérmicas.
Especialmente amenazados se hallan las comunidades coralinas
de todo el mundo, que han sido dañados por pesqueros industriales de arrastre,
los cambios climáticos y los procesos de sedimentación.
El aumento en los niveles de exploración pesquera y
petrolífera también están dañando la frágil biodiversidad de muchas zonas
marinas. Al estar abierta al acceso no regulado, alta mar se ha vuelto cada vez
más susceptible a la sobreexplotación. Por otro lado, los débiles sistemas de
vigilancia y control de muchas zonas costeras en todo el mundo, han derivado en
crecientes niveles de degradación ambiental, que hacen poco viable el retorno
de sus condiciones ambientales originales.
La tercera parte de los ríos del mundo que permanecen
relativamente intactos será destruidos por la expansión de las represas y más
de diez millones de personas podrían ser desplazadas durante la próxima década.
Más de 1,700 presas están en trámite en el mundo,
principalmente en India, China y Turquía. El continuar con estos proyectos
significará que hasta diez millones de personas serán desplazadas, miles de
pequeños agricultores perderán sus trabajos, una brecha económica en expansión
favorecerá a los ricos, aumentando los conflictos sociales respecto del agua y
más especies de lo que ya sabemos se extinguirán.
A las consecuencias indeseables del desarrollo económico,
del crecimiento demográfico, de la desigual distribución de la renta y del
consumo insostenible de recursos, hay que añadir las causadas por las nuevas
biotecnologías y el desarrollo de la ingeniería genética, el reducido espectro
de productos agrícolas, forestales y pesqueros comercializados, y las políticas
económicas que no atribuyen su debido valor a los recursos. La mayor parte del
germoplasma de las especies y variedades agrícolas y ganaderas puede llegar a
desaparecer.
Las especies inventariadas oscilan en 1.750.000, pero
algunos autores señalan que probablemente superen los 111 millones de especies,
aunque la cifra media hoy se estima en 13.620.000 especies, según un informe
publicado por el Programa de las Naciones Unidas en 1.995.
Entre las especies ya descritas hay 270.000 plantas, 4.300
mamíferos, 9.700 aves, 6.300 reptiles, 4.200 anfibios, 19.000 peces, 72.000
hongos (se cree que el número de especies debe superar el 1,5 millones),
1.085.000 artrópodos (950.000 insectos descritos, aunque el número de especies
debe ser superior a 8 millones), 5.000 virus y otras 4.000 bacterias (una
ínfima parte de los más de 400.000 virus y 1 millón de bacterias que se cree
existen).
Los bosques tropicales, que sólo cubren el 7 por ciento de
las tierras emergidas, albergan entre 50% y 90% del total de las especies. El
promedio de extinción era de una especie de mamíferos cada 400 años y de una
especie de aves cada 200 años, pero las extinciones documentadas en los últimos
400 años indican que han desaparecido 58 especies de mamíferos y 115 de
aves.
El 90% de nuestra alimentación procede de 15
especies de plantas y 8 especies de animales. El arroz, de acuerdo con la
Organización Internacional para la Agricultura y la Alimentación (FAO, según
sus siglas en Inglés), aporta el 26% de las calorías, el trigo el 23% y el maíz
el 7%.
Información y cifras que son, más que una advertencia, una
amenaza para el ambiente y por lo tanto para el ser humano. ¿Seremos tan
responsables como para tomar las decisiones adecuadas y conservar nuestro
hogar?
Importancia del ambiente
Los bosques, sabanas, ríos y demás ambientes naturales,
albergan una inmensa diversidad de recursos que han servido a varias
generaciones para la obtención de alimentos, medicinas, vestido, energía y
vivienda.
La mayoría de los productos farmacéuticos comercializados
son de origen silvestre. Asimismo, dependemos en gran medida de la naturaleza
para alimentarnos.
Muchos de los tejidos más cotizados en la industria del
vestido provienen de la naturaleza. El lino, por ejemplo, se obtiene de una
planta herbácea que lleva el mismo nombre. De igual importancia figuran el
algodón, la lana y la seda.
La naturaleza es asimismo una fuente extraordinaria de
energía. El viento y el agua, por su parte, son capaces de generar la
electricidad necesaria para surtir grandes ciudades y soportar sus procesos de
desarrollo. De igual importancia ha sido el consumo de la leña.
La vida silvestre también es inmensamente valiosa como
fuente de material genético. Los cultivadores recurren continuamente a la
naturaleza en el estado silvestre para obtener nuevos genes que darán a sus
cepas mayor resistencia ante los cambios climáticos y las plagas, o les
permitirán satisfacer la nueva demanda del mercado.
La naturaleza constituye obras de infraestructura a un
precio infinitamente inferior al que cobraría cualquier empresa de ingeniería.
Por ejemplo, los manglares proveen a las comunidades costeras, protección
contra el oleaje y el viento, estabilizan sedimentos para prevenir la erosión y
sirven de criaderos para especies de peces con alto valor comercial aguas
afuera.
¡Por Dios! Nosotros mismos nos destruiremos. ¡Toma conciencia por favor!
¡Por Dios! Nosotros mismos nos destruiremos. ¡Toma conciencia por favor!
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