Padre mío que estás en los bosques cantando con el viento y con los pájaros. Padre hacedor de esta tierra de entrañas ricas y de fertilidad generosa.
Padre mío, recibe mi agradecimiento por los maravillosos dones naturales que nos das a diario, el agua que nos calma la sed y nos permite vivir, el paisaje que nos sume en la admiración, adornando con paletazos de cielo, con pasión y variedad de tonalidades el diario trajinar.
Padre mío, gracias por haberme dado esta Venezuela tan rica y hermosa, ayúdame a salvarla de quienes la ignoran y de quienes no la aman.
Febres, C. (2008). El
árbol de siempre (antología mínima). Fundación Editorial El Perro y La Rana.
Caracas.
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