sábado, 30 de julio de 2016

Equilibrio marino en peligro por adicción de los peces al plástico

Un estudio revela que una enorme cantidad de peces está muriendo a causa de un incremento de la presencia de microplástico en sus dietas. Los científicos denominan microplásticos a los pequeños fragmentos, menores a cinco milímetros, que se desprenden de trozos mayores debido a la erosión generada por el ambiente.

Un estudio publicado en la revista Science desvela que, una vez que estos vertebrados prueban la tóxica sustancia, no pueden dejar de comerla. De hecho, el documento afirma que lo peligroso es que les gusta tanto que dejan de comer sus alimentos naturales, como el plancton, según publicó el sitio Munchies.

Adicción fatal
“Esta es la primera vez que encontramos que un animal prefiere alimentarse de partículas plásticas en vez de alimento orgánico. Esto es algo muy preocupante”, indicó uno de los autores del estudio, el profesor Peter Eklov. Como consecuencia, muchos de estos peces plástico-adictos generan un retraso en su crecimiento, alteraciones de conducta y elevadas tasas de mortalidad. Además, los estudios ponen de manifiesto que muchos de estos peces que mutaron sus dietas naturales pierden la capacidad para detectar a sus depredadores.
Los investigadores advierten que, debido a las cuantiosas cantidades de plástico que albergan los océanos, el problema podría salirse de proporciones. Los registros del año pasado indicaron que hay unos ocho millones de toneladas de plástico en los océanos del mundo. Atento a esta problemática, el Foro Económico Mundial afirmó que, de continuar así la tendencia, para el año 2050 habrá más plástico en el mar que peces.
Por el momento, el estudio se concentró únicamente en la especie Perca fluviatilis, pero los investigadores consideran que lo que está sucediendo con estos vertebrados podría producir cambios en toda la cadena alimenticia oceánica. “Si otros peces comienzan a adoptar conductas similares y esto se traduce en aumentos en la tasa de mortalidad, los efectos en el ecosistema acuático serían desastrosos”, aseveró Oona Lönnstedt, otra de las científicas que participó en la investigación.


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