Alma
y lugar de acampada de la vida,
materia
prima de todo lo que sueña…
conversación
eterna con cuanto late y ríe,
. así
eres, agua,
compañera gozosa y errante
del despertar diario de la Tierra.
Desnudada
en tu fuerza o hecha de murmullos,
pero
siempre tenaz y contundente,
esbozas,
silenciosa, un canto inacabado:
.
el del ciclo que vence a lo caduco
entrelazando el antes y el después,
y nos
saluda, hora tras hora,
como una
inmensa memoria del futuro.
Tu
viaje es un azar alrededor del tiempo,
una
escenografía de contrastes
que
peregrina tenaz hacia su propio ser,
hilvana las
cosechas,
se aposenta en
la piedra y la moldea,
legitimando la
fuerza de lo blando,
de lo que habita, al
fin,
en la difusa entraña
de un mundo entretejido
y rítmico.
Imposible
atraparte con las manos,
toda
tú libertad,
movimiento
acunado por la luz,
que se
recuesta sin prisa en nuestro cuerpo,
lo baña,
lo cimienta,
lo arropa
en su paseo por la vida,
feliz
noticia, ininterrumpida.
En
ti descubrimos quienes somos:
agua
empapada de conciencia,
seres
a media altura entre puerto y naufragio,
iguales al llamarte, al
alojarte,
al escuchar tu ritmo
palpitante y próximo,
pleamar de caricias en nuestro
ancho corazón.
Te
nos muestras en todos los paisajes,
fugaz
y ecuménica, leal a tu destino,
tan
distinta de cualquier mercancía
que
se compra y se vende en el mercado.
Así
cantas, por los siglos,
resurrección diaria, manantial o bautismo,
legítimo regalo que a nadie invalida.
Te
amo, agua,
cuando
eres riego o lluvia, rocío o lágrima,
cuando
te vistes de océano,
espejo
y reflejo de todo lo que abre,
lugar donde hacen el amor las orillas,
aposento primero de la vida,
frontera que une, voluntad migratoria
en la que caben todos los anhelos.
Te
amo, también,
con
un amor jubiloso y extenso,
cuando
eres río,
y te disfrazas de abrazo al territorio,
húmeda piel que bendice los suelos.
Metáfora
de todo lo que fluye,
riego
tenaz de cuanto crece y vive,
te
deslizas sin fronteras, gratuita,
y
no admites dueño ni precio
tanto si manas de un caño solitario y común
como si eres manglar o cascada sin nombre.
Libre
y de todos, así te quiero, agua,
bañando
el alma de cuantos tienen sed,
regando
sus cosechas,
acompasando
tu ritmo
al sueño del que sufre,
del que reclama pan
y otros mundos posibles.
Puente
desnudo de la muerte a la vida,
no
eres de nadie y eres de todos, agua,
y
así deberá ser,
mientras nos quede la voz y la palabra.
María Novo (2015)
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